Los secretos químicos de la depresión se encuentran ocultos en la profundidad del cerebro, en una región primitiva denominada sistema límbico, que controla emociones tales como el temor, la ira y el hambre. La localización central del sistema límbico puede explicar la forma en que cualquier variación química ahí ocurrida podría causar los abundantes síntomas mentales y físicos de la depresión.
Los mensajes eléctricos viajan a través de los miles de millones de células nerviosas del cerebro, pero para ir de una célula a la siguiente, a través de la sinapsis o conexión, los impulsos eléctricos deben traducirse en reacciones químicas. Los mensajes pasan a través de las brechas entre neuronas mediante 20 compuestos químicos llamados neurotrasmisores, 3 de los cuales parecen estar implicados en el estado de ánimo: la norepinefrina, la dopamina y la serotonina.
La comunicación entre las neuronas se realiza a través de una neurona eferente (transmisora) y una neurona aferente (receptora) del neurotransmisor serotonina. En el caso de la depresión, existe un bloqueo en las neuronas receptoras causado por las endomorfinas que inhiben la serotonina. Tampoco se capta la noradrenalina que se produce en nuestras glándulas suprarrenales y que nos permite estar en alerta o en estado hiperalerta y tener respuestas a los estados de alarma. Si se reduce la cantidad de serotonina liberada en la neurona aferente es muy probable que pueda disminuir el dolor. Los antidepresivos funcionan impidiendo a las neuronas reabsorber los neurotrasmisores una vez que son liberados.
Hace tres décadas se descubrió que ciertos neurotrasmisores se relacionaban con los cambios de humor en los pacientes maníaco depresivos. Se encontraron deficiencias de estos compuestos durante los períodos de depresión, y sobreabundancia durante la euforia.
Dentro de las manifestaciones de depresión endógena encontramos como más frecuente el trastorno depresivo mayor. Se considera que una persona padece de un trastorno depresivo mayor cuando es víctima de uno o más episodios depresivos. Estos episodios comprenden un periodo de tiempo limitado en el que se presentan los síntomas.
La depresión crónica o distimia tiene síntomas similares a los del episodio depresivo mayor pero, por un lado no son tan graves, y por otro son crónicos, o sea que permanecen constantes por dos años o más.
Hay otro tipo de depresión endógena menos frecuente que es la depresión asociada con una alteración maníaco depresiva más conocida como trastorno bipolar, proceso también considerado una anormalidad bioquímica determinada genéticamente.
Episodio depresivo mayor
Para ser diagnosticado como alguien que sufre un episodio depresivo mayor, el paciente debe tener por lo menos cinco de los síntomas que vienen a continuación:
Una persona verdaderamente deprimida difícilmente puede funcionar, porque no sólo no es capaz de disfrutar las cosas sino que ni siquiera tiene interés en buscar el placer. Se encuentra peor que simplemente infeliz, no hay modo de levantarle el ánimo y vive con una sensación desagradable que no desaparece.
1.Sentimientos de tristeza y desesperanza
Las víctimas comúnmente experimentan estos episodios como una soledad aterradora, una sensación de estar extrañamente afuera de sí mismos, como espectadores fantasmas de su propia vida y se pierde por completo la alegría de vivir. Se vuelven incapaces de sentir ningún calor humano.
El paciente puede estar deprimido aunque todo esté bien y parezca normal su situación en la vida. Normalmente lo primero que el depresivo percibe es precisamente el sentimiento de tristeza. Todo parece estar mal y nada parece que valga la pena. A esta sensación sigue una de desesperanza, no parece haber ninguna posibilidad de que las cosas mejoren, existe un sentimiento de derrota antes de llevar a cabo el más mínimo intento por hacer algo. Al principio esta desesperanza viene y va, pero acaba haciéndose constante.
2. Pérdida de interés y placer en actividades que antes se disfrutaban.
Es común pensar que una persona padece alguna alteración del carácter cuando pierde interés por la vida y se siente condenada al fracaso, pero pocas veces se considera que estos síntomas se deban a una depresión clínica. Los familiares cercanos son quienes pueden notar el aislamiento social o el abandono de las aficiones.
La depresión es un factor destructivo en matrimonios y amistades. Es común que los demás se cansen de intentar animar a la persona y terminen alejándose.
3. Disturbios alimenticios, usualmente pérdida de apetito y peso.
El apetito disminuye considerablemente y el individuo tiene que esforzarse para comer. Otros, pueden tener más apetito, con preferencia por ciertas cosas como dulces o carbohidratos de carbono. Cuando estas alteraciones son graves puede haber una pérdida o ganancia significativa de peso.
4. Insomnio, despertar muy temprano y dificultad para levantarse.
Normalmente, el sistema biológico del cuerpo se levanta con el día, empieza a decaer con la oscuridad y duerme antes de volver a amanecer para volver a elevarse de nuevo. En los pacientes con depresión el ciclo está cambiado. Comienza a moverse hacia el despertar, cerca de las dos o tres de la mañana y se vuelve imposible volver a conciliar el sueño. Tendrá una sensación de torpeza y pesadez, y una sensación de angustia que puede adquirir la forma de presentimiento de algo terrible. La sensación puede variar desde la desazón leve hasta una sensación de amenaza profunda. Es frecuente que el individuo se quede tendido en la cama dando vueltas sin poder volver a dormir. Los sentimientos depresivos se agudizan a primera hora de la mañana y suelen ser más ligeros a media tarde. La depresión provoca una somnolencia intensa hacia el final de la tarde y principios de la noche que es casi como un trance.
5. Agitación o enlentecimiento psicomotor.
Algunos enfermos se las arreglan para funcionar arrastrando esa gran pesadez con ellos, mientras cumplen con sus obligaciones diarias. Para la mayoría es casi imposible levantarse siquiera de la cama. Todo se vuelve más lento, el lenguaje, el pensamiento y los movimientos corporales. El volumen de la voz baja y se reduce el contenido del lenguaje. En algunos casos se presenta el silencio total. Otros, presentan agitación, esto se puede ver en la incapacidad para permanecer sentado, frotarse constantemente las manos o jugar persistentemente con algún objeto o la ropa.
6. Fatiga, debilidad, baja energía.
La víctima puede advertir un aumento de la fatiga que no suele transformarse en un problema grave hasta más o menos el punto medio del episodio, cuando el individuo se hace más torpe y ya no tiene energía más que para realizar las tareas más elementales. Es habitual la falta de energía y el cansancio sin hacer ejercicio físico. El menor trabajo parece requerir un gran esfuerzo y se reduce la eficacia con que realiza las tareas. Le puede parecer agotador el vestirse por la mañana y probablemente le tome el doble de tiempo. El cuidado personal suele descuidarse al grado que la persona puede llegar a dejar de bañarse y cambiarse de ropa en varios días o semanas.
La fatiga puede ser síntoma de muchos padecimientos orgánicos y puede ser desconcertante hasta que se revela la enfermedad subyacente. Es conveniente un mínimo de evaluaciones de laboratorio para la identificación de la causa de la fatiga, especialmente en la mujer. Sin embargo, el grupo más numeroso de mujeres que presenta fatiga crónica, es el que padece depresión.
7. Sentimientos excesivos de inutilidad o culpa.
Este sentimiento puede implicar evaluaciones negativas no realistas del propio valor o exagerados sentimientos de culpa por errores pasados. El enfermo suele mal interpretar los acontecimientos cotidianos triviales tomándolos como prueba de sus defectos personales, y suele tener un exagerado sentimiento de responsabilidad por las adversidades.
El sentimiento de inutilidad o de culpa puede tener proporciones delirantes. El individuo se reprocha a sí mismo el estar enfermo y el no haber logrado cumplir con sus responsabilidades, pero al mismo tiempo se siente inválido ante el mundo del presente.
El efecto más destructivo de la depresión es la pérdida total del amor propio. El individuo deprimido muestra esta carencia de varios modos previsibles. Tiene la sensación de no agradar a nadie, de que sólo se le tolera, o puede creer que todos se ríen a sus espaldas. Está continuamente pendiente de sí mismo y de su propia imagen lo cual es una fuente de profundo dolor.
8. Disminución en la habilidad para pensar o concentrarse.
El sujeto puede presentar dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones. Aparece una sensación de estar atiborrado mentalmente. Existe un estado de confusión continua en el que los pensamientos pasan de una cosa a otra rozando preocupaciones, problemas, tareas pendientes, errores pasados, etcétera. Puede dar la impresión de distraerse con facilidad o quejarse de falta de memoria.
En los niños, la caída repentina de los resultados en sus calificaciones puede ser un reflejo de la falta de concentración. En personas de edad avanzada, la queja puede ser la falta de memoria.
9. Pensamientos recurrentes de suicidio y muerte.
Los sujetos con más riesgo suicida pueden haber comprado materiales para usarlos en la tentativa de suicidio y pueden haber fijado un lugar y momento en el que saben que estarán solos y podrán así suicidarse sin que alguien se los impida. Muchos estudios han demostrado que no es posible predecir con exactitud cuándo o en qué momento determinado un sujeto deprimido va a intentar el suicidio. Los motivos para quitarse la vida pueden incluir el deseo de rendirse ante lo que es percibido como obstáculos insalvables, por un intenso deseo de acabar con un estado emocional enormemente doloroso, que es percibido como interminable.
Hay tres aspectos que preceden casi siempre a un episodio de depresión: un periodo de tensión prolongada, una sensación de estar abrumado por todas las presiones y cosas que hay que hacer (termina haciendo otra cosa que no era necesaria) y una sensación de impotencia, de que no se tiene control alguno sobre el destino.
Los pacientes con depresión muchas veces no presentan síntomas directos sino una variedad de manifestaciones físicas vagas como fatiga, dolores de cabeza, incapacidad para dormir, alteraciones gastrointestinales, pérdida de peso y dolor crónico. Ésta es la clase de síntomas que generalmente no ayudan mucho para el diagnóstico pero pueden constituir una advertencia de que quizá existe depresión. Cuando los sujetos relatan pérdida de interés por asuntos que suelen proporcionarles satisfacción, disminución del apetito sexual o incapacidad para concentrarse, desde luego ello constituye una evidencia mucho más directa de depresión.
Para las personas cercanas es difícil entender cómo la víctima pueda hundirse en sí misma sin darse cuenta de que se han producido cambios drásticos en su personalidad, la verdad es que raras veces analizamos nuestras percepciones para descubrir por qué hemos percibido como lo hemos hecho. Pocas veces rastreamos los procesos mentales implícitos en una percepción, trátese de un complejo de inferioridad o de un simple miedo a las arañas. Es por esto que el episodio depresivo puede llegar a un estadio muy avanzado antes de que la víctima llegue a darse cuenta de que le pasa algo.